Un florista que utiliza Fior d'Acqua va a la tienda el lunes por la mañana, el domingo estaba cerrado pero sabe que no olerá malos olores a podrido y que no tendrá que preocuparse de cambiar el agua de los jarrones. Le quedan algunas flores que todavía se pueden vender a partir del sábado, pero pide flores nuevas que llegan en camión o va directamente al mercado a comprarlas. Una vez en la tienda limpia cuidadosamente las flores, quita los envoltorios de papel y corta la parte terminal de los tallos, elimina las hojas inferiores y finalmente llena el Fior con agua de flores.
En este punto es libre de dedicarse a las composiciones, puede preparar entregas para el día o tomar un café.
De martes a domingo, el florista que utiliza Fior d'Acqua ya no tiene que preocuparse de cambiar el agua y podar los tallos porque no es necesario.
El agua fría le vendrá bien, además de darle más tiempo para vender las flores ya que durarán más y se abrirán más lentamente.
Un florista que no tiene un expositor Fior d'Acqua va a la tienda el lunes por la mañana, preferiblemente un poco antes del horario de apertura, estaba cerrada el domingo y ya sabe que lo primero que le llegará será el desagradable olor a podrido que producen las flores que han madurado, un inconveniente que también puede hacerle perder clientes. Tendrá que tirar inmediatamente las flores podridas y tendrá que recoger de mesas y estanterías todas las hojas, pétalos y estambres que las flores habrán perdido durante su descomposición y tendrá que empezar a lavar los jarrones con lejía y mucha agua. Tendrá que encargar flores nuevas que llegan en camión o irá directamente al mercado a comprarlas. De vuelta a la tienda tendrá que limpiar con cuidado las flores, quitar los envoltorios de papel, cortar la parte terminal de los tallos y eliminar las hojas inferiores. Una vez lavados los jarrones y rellenados con el agua que ha dejado correr del grifo para tener agua más fresca, tendrá que añadir una cantidad de conservante para flores y finalmente llenar las decenas de jarrones esparcidos por la tienda y luego distribuirlos con su carga de agua y flores, yendo y viniendo por la tienda, goteando agua, esperando no tropezar ni romper más jarrones. Solo explicarlo lleva el doble de tiempo, y más aún hacerlo.
En este punto el florista puede dedicarse a las composiciones o preparar las entregas del día, seguro que no tendrá mucho tiempo para tomar un café.
De martes a domingo, todos los días, el florista que no tenga un expositor Fior d'Acqua tendrá que repetir las operaciones de cortar los tallos, lavar los jarrones, cambiar el agua utilizando cientos de litros de agua, litros de lejía utilizados para evitar malos olores, y sobre todo mucho esfuerzo físico.
La única alternativa que le queda antes de llegar a Fior d'Acqua es utilizar conservantes para flores que ayudan a que las flores duren más, pero no le quitan el esfuerzo del peso de los jarrones.
